El error más frecuente, tanto por parte de los monitores y entrenadores como de los padres, es esperar por parte de los niños y niñas unos resultados que en la mayoría de los casos no son favorables a largo plazo y mucho menos realistas. Lo único que se consigue con esta situación, es exigir al pequeño mucho más de lo que realmente puede dar de sí, generándole una presión y una situación de autoexigencia y estrés que puede llegar a provocar el rechazo del ejercicio de la actividad deportiva. Sigue leyendo